Fuente: http://kidshealth.org
http://www.arrakis.es
http://www.botanical-online.com
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La otitis externa, también llamada “oreja de nadador”, es la inflamación de la piel del conducto auditivo externo, es decir, el tubo que transporta los sonidos del exterior al tímpano. Aparece, sobre todo, cuando los oídos están mucho tiempo dentro del agua (playa, piscina, etc.), o cuando se someten a una humedad constante y se crea por tanto
el medio adecuado para el desarrollo de bacterias u hongos. Sin embargo, no es necesario que se dé ninguna condición especial para sufrir una “otitis”, puesto que en ocasiones puede ser el resultado de alergias, eccemas, heridas por rascado o introducción de objetos punzantes.
Signos y síntomas
El principal síntoma de la otitis externa es el dolor de oído. Este dolor puede ir desde una simple molestia a un dolor intenso. A veces, incluso, puede ir precedido de picor. Es posible asimismo que el interior del oído se llene de fluido y supure. Si este líquido, ciertas impurezas o la inflamación producida obstaculizan el paso del sonido, ello puede afectar temporalmente a la audición.
Podemos ayudar a prevenirla
Tras entrar en contacto con el agua es conveniente eliminar la humedad de los oídos. Por ejemplo, secándonos suavemente los oídos con la toalla o con el aire caliente del secador, o inclinando la cabeza hacia un lado. Nunca debemos meternos nada en el oído, como tampoco intentar limpiarlo de forma enérgica ni quitar la cera (cuando ésta se acumula en exceso hay que acudir al médico). Otra manera de prevenir la otitis es utilizar tapones de silicona confeccionados a medida; estos tapones impiden que el agua entre en el oído y mantienen seco el conducto auditivo.
¿Cómo se trata la otitis?
Ante la aparición de alguno de los síntomas mencionados es importante acudir al otorrinolaringólogo. Mientras tanto, debe evitarse la entrada de agua en el oído afectado y no colocarse tapones, puesto que es importante que se mantenga ventilado. En una otitis externa leve, el médico suele recetar unas gotas antibióticas y corticosteroides, curándose a los 7 o 10 días de tratamiento.